Combate a la Desaparición Forzada de Menores en México: Pendiente

Nuestras niñas, niños y adolescentes perdidos, conforme lo proyectó el Informe: “Infancia Cuenta 2022: Niñez y Desapariciones”, de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), suman un total de 23,859, desde inicios de 2019 hasta mediados del 2022, mientras que, en el año 2021, se registró de forma global la desaparición de 4,238 menores de edad, de los cuales, se indicó que más de la mitad: 2,785 eran niñas y jovencitas, de las cuales, al menos 1,570 seguían sin ser ubicadas. En este año, por cierto, se reportó que en las Entidades Federativas: Edomex, Tamaulipas y Jalisco, se concentraba casí el 41% de los casos de desapariciones de menores de edad.

Sin embargo, se ha publicado que existe una tendencia mayor de desapariciones al sur del país, focalizada en los Estados de Campeche, Tabasco, Chiapas y Yucatán, en donde el grueso de las víctimas son niñas y jovencitas entre los 10 y los 19 años de edad. En contraste, este año, se informó que el promedio mensual de niñas, niños y adolescentes, víctimas de Trata de Personas, había aumentado del 15.5% entre 2015 y 2018 a 25.3% entre 2019 y 2022. En adhesión a lo anterior, un reporte reciente elaborado por Causa en Común, proyectó que la mayor alza de víctimas registradas de este delito, se presentaron en Michoacán, Querétaro, Chihuahua, Hidalgo y Ciudad de México.

Habría que decir, que la Desaparición Forzada, de niñas, niños y adolescentes en México, conforme lo señalan distintos Grupos de Expertos, responden, entre otros factores, a motivos vinculados con la violencia sexual (como explotación y trata) o en su caso, con el reclutamiento para grupos armados y delictivos, entre otros (Comisión Nacional de Búsqueda, Mx.-22), motivo por el cual, es relevante, mencionar que:

El 2º reporte anual: “Trata de Personas. Riesgos tras la Pandemia”, del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México, señaló que, hasta junio de este año, las víctimas de Trata de Personas pertenecían, por lo general, a grupos vulnerables, como niñas, niños y adolescentes. En contexto y a nivel Nacional, cada día, 14 niños y niñas desaparecen en el territorio. Estas cifras, nos llevan a vislumbrar la magnitud, profunda y lacerante que ha alcanzado la Crisis de Desaparición de Menores en México, la cual ha sido y es mortal (REDIM, 22).

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reportó que ha habido un incremento sostenido de desapariciones de niños y niñas a partir de la Pandemia Covid-19, y que apenas 36 Sentencias de más de 100 mil casos, son catalogadas como datos oficiales, recolectados por su Comité contra la Desaparición Forzada. A propósito, en México, a nivel macro, 3 de cada 10 desapariciones, son de niñas, niños y adolescentes (ONU, 21), en el entendido de que la cifra general de desapariciones en el país, actualmente, es de un poco más de 100,000 personas, de las cuales se desconoce su paradero (dicha cifra, se actualiza por día).

México, aunque cuenta con Instrumentos tales como la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, el Protocolo Adicional para la Búsqueda de Niñas, Niños y Adolescentes, el Protocolo Alba, la Alerta AMBER, entre otros, para Combatir la Desaparición de Menores, ha logrado resultados insuficientes en la lucha contra la misma.

En este sentido, diversas instancias especializadas como: el Consejo Ciudadano del Sistema Nacional de Búsqueda, apuntan a que la corrupción, impunidad y los altos niveles de violencia e inseguridad generalizadas que mantienen “sometido” al país, obstaculizan dar mayores y mejores resultados en la materia, por ende, ocasionan que el goce de los Derechos Fundamentales de nuestros niños, niñas y adolescentes, desde esta perspectiva, sea “concebido” más como una situación discursiva o teórica que como una tangible.

Fátima Cecilia y Carlos Antonio, lo saben, también muchos otros miles de niños, niñas y adolescentes mexicanos sustraídos, lo saben. El costo de oportunidad de los minutos, las horas y los días perdidos, pueden ser letales:

En menos de 96 horas, la inocencia, los sueños y el futuro de Fátima de tan solo 7 años de edad, le fueron arrebatados y su integridad fue torturada, bastaron el percance de un retraso inesperado, un costal cubierto con bolsas de basura y la perversidad de criminales mortíferos, para apagar la luz de sus ojos; Carlos Antonio de 5 años, en menos de 72 horas, fue forzado a dejar de abrazar la vida con su sonrisa y sus juegos. Ambos casos, de inicio, se desprenden de una Desaparición.

Ante casos tan conmovedores como los anteriores y las cifras antes expuestas, vigentes, diversos especialistas sugieren, Combatir la Desaparición Forzada de Menores en México, con futuros esfuerzos que se comprometan a ser determinantes para mitigarla y erradicarla, implicando necesariamente ejecutar acciones contundentes para eliminar la Impunidad que arropa, fomenta y permite el descontrol delictivo sobre los escenarios antes expuestos.

Hacen énfasis, en este contexto, en la necesidad impostergable de utilizar la Educación Presencial y en Línea, de carácter Profesional (Autoridades Competentes), Académica (Docentes y Educandos) y Socio-familiar (Menores, padres, madres, etc.), sobre la materia, como una vía preventiva, al garantizar el Acceso de Conocimientos Estratégicos básicos de acción y reacción, para identificar, en su caso, denunciar y/o actuar, en la mayor y mejor medida de lo  posible y  oportunamente, a favor del Combate de la Desaparición Forzada de Menores en México.

Esto por medio de una persuasion, inducción adecuada complementaria a través de Campañas Informativas que de la mano de la incersión de la temática en los  Programas Académicos en todos los niveles educativos en el país, abran una mayor posibilidad de lograr una formación inicial y continúa-actualizada multinivel, sobre el tema, como estrategia preventiva, que arroje resultados correctivos a posteriori, a fin de generar conocimientos aplicables y replicables a escala, a favor de nuestros niños, niñas y adolescentes en México, que son suceptibles a ser blancos fáciles de Desaparición.

 

Por: Mónica Díaz

Esp. en Administración Pública,  Com. y Responsabilidad Social